jueves, 14 de febrero de 2019

POEMA 40


FINAL DE PARTIDA

Yo moriré en Madrid de madrugada
(digamos a las cuatro)
cuando las nieves frígidas
se refocilen en mi achacosa, envejecida y torpe
anatomía.
Yo moriré en Madrid sin más, sin previo aviso:
solo como el cadáver de Vallejo,
inédito como un camello,
compartido en un espacio en el que apenas hay lugar
para mi última esperanza.
Mis amigas (Ana quizás y Leila y Radhis)
derramarán algunas lágrimas
y es posible que Rhomy se decida a incinerar mis restos
si se acuerda de que me lo prometió
cuando nos conocimos en el VIP de Fuencarral
y allá en la isla perdida no faltará quien diga
(si se entera):
"¿Augusto muerto? ¡No lo creo!"
Pero estaré bien muerto para entonces...
Sin dudas, este siglo no me ha ido bien:
me cortaron las alas de las ilusiones
desde mi improbable adolescencia,
me dejaron como única opción unirme al carro
de Saturno,
ayudando al festín de los hambrientos de poder,
traicionando a los míos, envolviendo mis días y mis
noches
en esfuerzos inútiles
de alabanza y aplauso, sin aspirar a nada más
que al privilegio de servir, servir, servir,
agradecido como un perro
por tantas y tales viandas que el poder concedía
-la gran dádiva generosísima-
a mi mesa (la mesa de los míos
cuando todavía las envidias y los odios no habían
reducido a mierda lo que fue mi hogar).
¡Ah!, si pudiera olvidarme de los latigazos
propinados a mi inteligencia,
de los consejos a mi desenfrenada lengua (siempre
viperina),
de las advertencias a este cerebro mío tan indisciplinado
que se empeñaba en nadar contra la fuerza de las aguas
y no ayudaba con sus torpes efluvios de desorden
a que mis manos aplaudieran sin cansarse.
¡Qué fin de siglo este tan tremendo!...
Ahora sólo espero la primera nevada sobre mi cabeza
para ver amanecer un nuevo siglo
-sin regodearme pensando que se me fue la vida de una
vez
quizás con un nuevo Quijote que desfaga estos entuertos
y prometa ínsulas y libertades
cuando ya no me quede más que el tiempo exacto
para verlas pasar y decirles ¡buen viaje, hermanas mías,
déjense ver en la otra vida
donde quién sabe si podré encontrar
esa oportunidad que aquí en la tierra prometida
no pude encontrar!...

Augusto Lázaro
@lazarocasas38
Madrid, 1999
(publicado en blog, Cinosargo y Facebook)


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