lunes, 29 de junio de 2020

CUANDO EL AMOR ES AMOR

CAROL Y THERESE

De ella se ha dicho que era una mujer compleja, de carácter explosivo, atormentada y hasta perversa, antipática, maleducada, huraña, alcohólica, misógina, con relaciones de pareja siempre fracasadas y una relación tempestuosa con su madre, que la llevó a detestar a los seres humanos y enclaustrarse en su mundo literario, que nunca dejó de significar para ella toda la razón de seguir existiendo sobre la superficie de este pobre planeta que llamamos Tierra. Encantadora, ¿verdad?

Nacida en Fort Worth (Texas), vivió sus últimos años en Suiza, donde falleció a los 74 años, víctima de un cáncer probablemente provocado por su adicción al alcohol. Su verdadero nombre era Mary Patricia Plangman, pero el que la hizo famosa en una veintena de obras que la consagraron como una de las escritoras más originales y perturbadoras de la narrativa contemploránea, fue Patricia Highsmith. Maestra indiscutible de la novela de suspenso, de la cual hay que admirar su creación y olvidar, es lo mejor, su errática y desgraciada vida, porque sucede con ella y con otros grandes creadores que cuando se conocen aspectos de sus vidas privadas puede que nos caiga el desencanto hasta el punto de no comprender del todo cómo fue posible que semejantes autores (o autoras) con una vida tan disparatada, pudieran producir tan grandes obras de la literatrura universal.

Y una de esas grandes obras de la literatura universal es, de eso no tengo una mínima duda, la titulada CAROL (The price of salt), primero publicada, tras muchos esfuerzos, bajo el seudónimo de Claire Morgan, hasta que logró su ¿aceptación? editorial y entonces la firmó en segundas ediciones con su nombre literario, Patricia Highsmith.

CAROL no es en realidad una novela de suspenso, pero sí tiene ese halo misterioso que va llevando al lector a una compenetración tan íntima con las dos protagonistas, que cuando se va acercando el final de la obra se niega (el lector) a aceptar que el mismo no sea un “final feliz”, porque Cárol y Therèse, tras deleitarnos con un amor que traspasa los prejuicios y gracias a la maestría de la autora llega a ser hermoso, nos han conquistado, hasta el punto de que tras la resolución literaria a su historia nos queda una sensación de nostalgia tan intensa que nos parece recordar a dos personas reales y no a dos personajes magistralmente creados por la gran escritora norteamericana.
Porque una vez conocidas, a Carol y Therèse no pueden olvidarse: su descripción, su manera de ser, de ver las cosas, la vida y el mundo, su comportamiento, pero sobre todo, su amor, nos conquistan a medida en que vamos penetrando la historia narrada, donde no se encuentra una sola pizca de grosería ni de mal gusto: es una bella historia de amor entre dos mujeres que llegan a quererse tanto que al final, cuando Carol le plantea a Therèse que vuelva a vivir junto a ella, ésta reacciona pensando que “me quiere más que a su hija”, lo que deja un margen de interpretación al lector con el fin único –pienso-- de calibrar hasta qué punto era ese un amor verdadero, por encima del prejuicio, pero también del sexo, porque en la novela Carol y Therèse se aman como sólo pueden amarse dos personas que descubren que su relación, la una con la otra, constituye toda su razón de vivir.
Patricia Highsmith ha sido capaz de crear dos personajes tan bien diferenciados, cada uno en su mundo que sólo puede unir el amor, con su forma de hablar, de reír, de moverse, de sentir la pasión, la ternura, el cariño que une y a veces la discrepancia que amenaza separar, que durante toda la obra van creciendo ante los ojos del lector, hasta convertirse en amigas entrañables a las que se desea que sean felices y que vivan su amor porque se lo merecen, sin gotas de melodramatismo ni de ñoñerías ni de nada que huela a cursi ni a soez ni a degradante. Carol y Therèse están tan vivas como nosotros, nos conminan a aceptar su relación y nos convencen de su necesidad de amarse y de desear, por encima de todo lo demás, estar juntas, vivir juntas, compartir sus vidas sin separarse bajo ningún concepto. Novela valiente en la época en que fue escrita y publicada, cuyo planteamiento quizás haya contribuido a lograr más comprensión al derecho de los seres humanos a amar a quienes deseen y como lo deseen, venciendo al lacerante látigo de los prejuicios que todavía pululan incluso en nuestras sociedades primermundistas tan desarrolladas.

Cuando cerré el libro, tras la apasionante lectura (y está hablando un hombre heterosexual) me senti totalmente encariñado con las dos protagonistas e identificado con su amor y con su final “feliz”, cuando Therèse reacciona y al “no” anterior planteado, rectifica, dándose cuenta de que es inútil engañarse a sí misma: su vida sin Carol sería insoportable, y por eso vuelve a ella, en unas páginas cargadas de esa nostalgia de la que decía Cortázar que no puede prescindir “todo lo que se escribe hoy y que vale la pena leer”...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicada el 1 de septiembre de 2011 en La Envolvencia)

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lunes, 22 de junio de 2020

CONDENADO A REPETIRLO

¿COMPARACIONES ODIOSAS?

El Ministro de Fomento de España, y Vicesecretario General del Partido Socialista Obrero  Español, don José Blanco, declaró ante las cámaras y micrófonos de nuestra flamante Televisión Española, que la visita del Papa a Madrid no representaría ningún gasto para el Estado español. Una vez finalizada esa visita, la información oficial del resultado de la JMJ, publicó que la misma y sus componentes dejaron a España €160 millones de beneficio, además de 10,000 empleos, y que sus actividades habían sido vistas por 600 millones de espectadores en todo el mundo, lo que sin dudas constituye una buena promoción de nuestro país que invita al turismo internacional, que tanta falta nos hace incrementar por la actual crisis.

Los indignados antisistema declararon que su manifestación anti religiosa no era motivada por la visita del Papa, sino por el costo de la misma para el erario público, al que curiosamente defienden con énfasis. No obstante las declaraciones del señor Blanco y las informaciones sobre los calculados beneficios que esa visita dejaría, los indignados realizaron su manifestación (y otras manifestaciones) protestando, a veces violentamente, por algo que ya no tenía ningún sentido, porque simplemente NO ERA VERDAD.

Semejante comportamiento no me extraña de una especie de organización de organizaciones de extrema izquierda que enarbola banderas republicanas y de la hoz y el martillo, ya sin ocultar sus intenciones últimas que serían no otras que el establecimiento de la III República Comunista en España. Me limito, en este caso, a reproducir opiniones de vecinos y transeúntes (publicadas en la prensa) que soportaron durante varios meses la presencia de estos grupos que se apropiaron impunemente de la Puerta del Sol, lugar típico de Madrid que pertenece al pueblo madrileño y a quienes visitan la ciudad y no a ningún grupo que la tome por la fuerza, a título de “aquí estoy porque llegué, y de aquí no hay quien me saque”. Los vecinos opinaron de estos llamados indignados (de última hora) cosas como éstas:

Olor insoportable === orinaban y defecaban en portales de comercios === pusieron en peligro la salud en el entorno del lugar por las condiciones de aseo y limpieza, ausentes por completo === había algunos drogados === me hicieron insinuaciones soeces varios de ellos === acumularon toneladas de basura en la plaza tomada === su comportamiento no fue muy educado que digamos === hubo muchas deserciones, porque entre ellos había al principio, muchos jóvenes decentes, educados y correctos === ofensas, escupitajos, empujones, golpes, orines, con los policías que intentaban mantenerlos en orden === nunca antes, durante los 7 y medio años del gobierno de Zapatero, con sus barbaridades y su desempleo, se habían indignado, lo hicieron cuando faltaba una semana para que el Partido Popular arrasara en las municipales y autonómicas, como se esperaba y como sucedió, qué casualidad... y así muchas opiniones más.

Sin embargo, los jóvenes asistentes a la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, que durante 5 días llenaron la ciudad de amor y solidaridad, de entusiasmo y deseos de hacer el bien, y que fueron ofendidos y agredidos por estos indignados de última hora, demostraron que, a pesar de ser un millón y medio repartidos por toda la ciudad, no provocaron ni un solo incidente desagradable, en todo momento fueron respetuosos, educados, decentes, limpios, alegres, y nos trajeron un mensaje de paz y de cariño, y de una vida mejor al servicio de una fe que aunque no sea compartida, sin dudas debe ser respetada, como lo hicieron ellos con los habitantes de esta ciudad que los acogió con verdadero espíritu de hospitalidad y aceptación en el 90% de su población. Y oigan el informe de los equipos de salud que atendieron a muchos de ellos por el calor o el cansancio: no encontraron NI UN SOLO CASO DE INGESTION DE ALCOHOL, NI UN SOLO CASO DE INTOXICACION ETILICA ENTRE LOS MILES A QUIENES TUVIERON QIUE ATENDER... ¡Qué ejemplo nos han dado estos peregrinos! Realmente es algo que nos conmueve y que nos dice mucho de su formación y de su fe cristiana. Y del poder de convocatoria que tiene la iglesia que pudo llevar a casi dos millones de personas a Cuatro Vientos a ver y oír al Papa con un mensaje que sólo trasmitía amor y paz. Y esto lo dice alguien que no es creyente ni religioso.

¿Qué las comparaciones son odiosas? Puede, pero en este caso, es necesaria esta comparación, para que quienes todavía no se han enterado de que el muro de Berlín fue derribado y de que los indignados de última hora son tan farsantes como los políticos que pretenden desbancar del poder al que aspiran, abran al fin sus ojos a la realidad que los rodea, y acepten de una vez que ese mundo de quemar iglesias, violar monjas, fusilar curas, cerrar órganos de prensa independientes, y apoderarse de todo lo que se mueve en el país para convertirlo a imagen y semejanza del pensamiento único, se terminó definitivamente, y jamás podrá volver a enfangar nuestra tierra, que, como la bautizara Ana Belén en una de sus canciones, es “amarga y bella”, y amarga no precisamente por culpa de quienes aman y construyen...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

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(publicado en La Envolvencia el 29 de agosto de 2011)

lunes, 15 de junio de 2020

EL SONIDO QUE ALIVIA

LOS EJES DE MI CARRETA

Atahualpa Yupanqui (31-1-1908 = 23-5-1992), que en quechua significa “el que viene de lejanas tierras para decir algo”, cuyo verdadero nombre es Héctor Roberto Chavero Aramburo, compuso infinidad de canciones, extraídas de la idiosincrasia de su tierra argentina, colmada de alegrías y penas a granel, como se muestra en muchas de sus composiciones. Quizás no compuso su milonga LOS EJES DE MI CARRETA con ninguna intención sobrescrita en su texto. Quizás. Pero la poesía suele adueñarse de todas las imágenes que salen a la luz en las letras, musicales o no, y la letra de esta canción tiene ese encanto de lo oculto, de algo que se percibe que se mueve dentro de la misma, como un misterio convertido en nostalgia por algo perdido, que es lo que yo siempre he visto en esta añoranza del campesino que camina, con su carreta y sus recuerdos, por el trillo real por donde ahora anda solo sin otro acompañante que una gran carga de melancolía.

Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.
Si a mí me gusta que suenen
¿pa' qué los quiero engrasaos?

Es el campesino, noble como la inmensa mayoría de los hombres que cultivan la tierra y crían animales para alimentar al mundo que no se lo agradece ni lo estimula, que camina y camina, con el recuerdo a cuestas de alguien a quien ha perdido, que sólo aleja un poco el ruido de esos ejes que no quiere engrasar, porque el silencio ya no es un compañero necesario en su diario quehacer. Y ahí radica su misterio: ¿a quién echa de menos ese campesino?

Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
andar y andar los caminos
sin nadie que te entretenga.

¿Quién es ese alguien? Pudiera ser un hijo que siempre acompañaba al campesino en su diario quehacer por el largo camino del trabajo con sudor, quizás de sol a sol, con el cual conversaba y entretenía su dura labor, cuando el cansancio golpeaba el deseo de seguir camino adelante, superado precisamente por ese hijo que continuaba a su lado y quizás animaba su cansancio, hasta terminar una nueva jornada, preámbulo de otra similar del día de mañana.

No necesito silencio,
ya no tengo en quién pensar.
tenía, pero hace tiempo.
Ahora ya no tengo na.

Pero también podría ser una esposa que se llevó la muerte así, con previo aviso, o quizás súbitamente, y el buen hombre, al caminar entristecido y solo, por esos caminos de tierra a veces tan áridos y secos, recuerda con cariño a ese ser querido que se ha ido para siempre, que él “tenía, pero hace tiempo” para pensar en ella, y ahora sólo tiene su recuerdo tan amargo como su triste vida que lo espera sin posibilidad de cambiar, y su reacción primaria es solamente dejar que los ejes acompañen su itinerario como una canción monótona que va con él sin dejarlo ni un solo minuto.

Los ejes de mi carreta
nunca los voy a engrasar.

Lo dijo García Lorca: “todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio de todas las cosas”. Y la imaginación de alguien que dedica muchas horas a escribir y a pensar en escribir, hace que el vuelo de la idea que flota en el espacio infinito de la creación, asimile como posible lo que puede ser probable, que aunque en realidad no lo sea, como dijo Huidobro, en este caso yo lo asumo: “nadie ha visto nunca a una golondrina anidando en un arcoíris... pero qué hermoso sería verlo”...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

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(publicado en La Envolvencia el 25 de agosto de 20119)

Nota: en los versos he respetado la manera de escribir del autor, y su ortografía.

lunes, 8 de junio de 2020

LA CULPA ES DEL OTRO VAINA


EL OTRO

Usted viaja en un taxi en el centro de Madrid. Al doblar una esquina, su taxi casi choca con otro taxi que viene por otra calle, ambos en correcta dirección. El conductor de su taxi comienza a gritar improperios, diciéndole al conductor del otro taxi que es un gilipollas, que aprenda a conducir, que quién le concedió la licencia, etc. Puede que no diga palabrotas porque sea un taxista decente. Usted oye y calla, ¿para qué va a hablar y darle la razón a su taxista? Pero lo que usted seguramente ignora es que en el otro taxi, otro pasajero está oyendo los mismos improperios lanzados contra el conductor de su taxi, echándole la culpa del casi choque y llamándole también gilipollas, etc., porque cada conductor considera que es  EL OTRO quien tiene la culpa del accidente por suerte evitado.

Es curioso cómo los seres humanos acostumbran a culpar a los demás de lo desagradable que les ocurre. La autocrítica, la aceptación de errores cometidos, la admisión de que es EL OTRO quien dice la verdad, quien está en lo cierto, quien tiene razón, son actitudes tan escasas que cuando ocurren parecen excepciones en la regla. Son excepciones en la regla de creernos que siempre tenemos la razón, que nunca nos equivocamos, y hasta a veces que somos perfectos, cuando la perfección es una cualidad que sólo existe en el diccionario de cualquier lengua, hablada o escrita, en La Tierra.
La anécdota de Diógenes puede servir de referencia a la excesiva sobrestimación de que somos portadores los simples mortales: cuando se le acerca Alejandro y le pregunta qué puede hacer por él, Diógenes (el cínico, que suele confundirse con Laercio por muchos escritores y/o periodistas), le dice, con evidente muestra de superioridad (¿o de humildad como se describe muchas veces en esa anécdota?) que se aparte de "su" sol. También hay otra anécdota del mismo personaje que aparece en pleno día con una vela encendida, mirando a todas partes, y cuando alguien le pregunta qué busca, Diógenes sonríe y le dice: "busco un hombre". Otro día hablaré de la confusión que abunda en nuestros medios sobre el llamado "síndrome de Diógenes", que de basura acumulada no tenía ni la idea.

Pues bien, que sería muy hermoso que todos reconociéramos que podemos equivocarnos, cometer errores, aceptarlos como parte de nuestra personalidad, y darle al OTRO la oportunidad de que "gane" alguna discusión y de que su planteamiento pueda encontrar oídos receptivos en nosotros, admitiendo nuestra equivocación, que no por eso el mundo se nos va a derrumbar, aplastándonos, sino todo lo contrario. Como una amiga con la cual he dejado de "discutir", porque basta que yo le diga día para que ella me riposte noche, y en cualquier tema que toquemos ella siempre salga, así se lo cree, victoriosa, con la seguridad de que "otra vez le he ganado", lo que en realidad a mí me importa un comino, pues no acostumbro a darle importancia a las cosas que no la tienen, y siempre respeto lo que opinan los demás, aunque muchas veces los demás no respeten lo que yo opino. Cosas de esta vida y de este mundo a los que inútilmente tantos pretenden "arreglar". Y yo no entro en esos que tienen la llave de los truenos en sus manos. O mejor, en sus mentes.

Lástima de mundo este, donde son mayoría absoluta los que se creen infalibles y no son capaces de aceptar ni por una sola vez que EL OTRO es quien tiene la razón.

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

elcuiclo.blogspot.com.es

(publicado el 22 de agosto de 2011 en La Envolvencia)

ENVOLVENCIAS

 1 Ahora que los virus están de moda: fue un virus (de la peste negra o bubónica) el culpable de la muerte de los amantes de Verona. La hist...