jueves, 28 de marzo de 2019

IDA SOLAMENTE

SIEMPRE LA AUSENCIA



Y ahora vienes con tu sonrisa tenue

a decirme que también tú serás muy pronto

una nube envolvente

que descargue su llanto en mi capacidad

de amar

disolviéndose en la trampa fatal

del recuerdo.

Y estás ahí, ahora tan seria,

rozando mi espacio, incrementando

la insoportable soledad de ser y de no estar,

de no tenerte más como quiero tenerte

cerca de mí, de mi entorno, de mi tiempo

instrascendente y tan etéreo

que no puede (no quiere) adaptarse a lo tangible.

Te vas, así de simple, condenándome

como a un proscrito huido de su destino histórico

a echarte de menos, a echar de menos

tu sonrisa refrescante como un copo de nieve

aunque llena del calor de la luz que proyectas

y que ya siempre se extenderá en el éter

de una imagen desvanecida y tierna

pero siempre lejos, siempre ausente

y a la vez tan presente como este edificio

donde tus pasos nunca se desvanecían

por el constante quehacer de tu sangre latina

que no podía estarse quieta

y que no volverá a ser ya más

la silueta material en este espacio

que sin ti será sombra, bruma, niebla,

lamento de la huida irrevocable

imposible de obviar...

porque tú eres la paz... esa paz que pensé

-tonto de mí-

que al fin me abrazaría sin ningún temor

a que de pronto, como ahora, desapareciera.



Madrid, otoño 2010

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

lunes, 25 de marzo de 2019

CAL, ARENA Y SOL

DE CAL Y DE ARENA

De cualquier persona puede aprenderse algo, porque en el fondo no hay nadie totalmente negativo. Mi vecino José me ha enseñado algo muy importante y necesario para vivir a plenitud y sentirse bien con uno mismo: José es un gran amante de la música, y pasa más de la cuarta parte de cada día disfrutando de lo que para él es el mayor placer imaginado. Gran conocedor de ese arte, posee un tesoro calculado a ojos vista (además de por su confesión) en más de cinco mil discos compactos, que contienen música de todos los géneros, de todos los tiempos y de todos los países. Un día le pregunté si no lo agobiaban tantos disímiles sonidos, si no se aburría alguna vez de sentarse en su casa a deleitarse con lo que él considera "un vicio" saludable (José no fuma ni bebe), y si no sentía deseos de hacer otra cosa (aparte de las imprescindibles que hace por necesidad, como salir a la calle a comprar alimentos o el periódico, o a dar su paseíto corto cada mañana antes de "recogerse" en su espacio de notas). Su respuesta, tan simple como aleccionadora, me puso a pensar:

--Mira, lo importante en esta vida es que tú te sientas bien con lo que haces, o sea, que te sientas bien haciendo lo que quieres hacer, lo que te gusta hacer, lo que te hace feliz...

Pensé cuántos hay por ahí que si conocieran a José pensarían "qué tipo más raro, se pasa el día oyendo música, metido en su casa, sin hacer apenas otra cosa". Qué erráticos sus juicios, porque José ha encontrado la forma, a sus avanzados años, de sentirse feliz, haciendo lo que más le gusta hacer en la vida. Y que por suerte puede hacerlo. Hay otros que se pasan el día sentados en un banco sin hacer otra cosa que dejar pasar el tiempo, o metidos en un bar tragando alcohol y conversando sobre fútbol o política, o metiendo sus manos en bolsillos ajenos intentando arrebatarle a personas decentes el dinero que llevan encima. Me pregunto si serán felices con eso. Puede que me dijeran que sí, sobre todo los carteristas, porque hasta delinquir puede proporcionar placer, sobre todo en una sociedad donde las leyes legisladas, sancionadas y aplicadas por sus poderes legislativo, ejecutivo y judicial, miran a los delincuentes con tanta benevolencia que parece cariño. Y los tratan como a niños pequeños a los que hay que "educar" (intento tonto), apoyar, y hasta querer.

Yo, que también tengo un vicio, llamémosle "espiritual o intelectual", que es pasarme muchas horas diarias leyendo, comprendo a José. Creo que tiene mucha razón, y que al igual que él, puedo sentirme feliz porque tengo la dicha de poder hacer lo que me gusta, y tanto tiempo como quiero y tengo para hacerlo, sin que nada ni nadie me lo impida. Y estar en esta situación es, verdaderamente, un privilegio.
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UNA DE SOL

En estos días he pasado muchas horas agradables con un amigo que no veía (ni sabía nada de él) desde hacía más de veinte años. Ese amigo, cubano por más señas, me localizó gracias a este blog, lo que me hace pensar que en realidad Internet es algo que además de ponernos en contacto con todo lo que se hace en este mundo tan mal hecho, nos sirve para reencontrar esas amistades que se pierden, sin quererlo, cuando colectividades enteras tienen que dispersarse por todo el planeta por motivos políticos, que en pleno siglo XXI parece que persistirán todo el tiempo que persista todavía la raza humana... que me temo no será demasiado.

Pues durante estos días le serví de cicerone, mostrándole los lugares que sabía que le gustarían, no los que siempre se muestran a los visitantes como representativos o, como se dice ahora, "emblemáticos" de cada sitio. A mi amigo le gustó Madrid, sobre todo la parte antigua, a donde casi siempre nos dirigíamos a tomarnos un café y a conversar de infinidad de cosas que nos interesaban. Pero lo que más le gustó fue el trato de los madrileños.

--Es una sensación que sientes cuando hablas con alguien, como si fueras otro madrileño más, y ves en ese alguien una disposición a servirte y ayudarte, y eso, al menos en las ciudades de otros países que he visitado, es difícil de notar.

Suerte que mi amigo conoció lo mejor de este país. Otra opinión vertería si hubiese tratado con los políticos o con las instituciones burocráticas. Entonces, cuando nos despedimos en el aeropuerto, no me hubiera dicho lo que me dijo:

--Estoy encantado, me han tratado tan bien que no quisiera irme, nunca me he sentido rechazado en ningún sitio. Dichoso tú que vives en un lugar tan acogedor y rodeado de gente tan amable, agradable y simpática.

Bueno, como dice el dicho: "las cosas como son": hay de cal y de arena, intentar ver sólo una de las dos caras es tan malo como no ver la cara buena, que la hay, y en buena cantidad

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

viernes, 22 de marzo de 2019

POEMA 44


NADA PERMANECE



Pues va a ser que el viejo Heráclito tenía razón:

no hay amor infinito ni amistad al cien por ciento

confiable, segura, duradera.

Todo pasa y a veces no queda sino un pobre

recuerdo de lo que pudo ser

porque no fuimos capaces de hacer que lo fuera

en realidad

y no sólo en los recónditos deseos

de lo hermoso que podía haber sido.

La vida siempre nos juega una mala pasada

y cuando más nos creemos afianzados

a un hallazgo, a una esperanza,

al toque de la varita mágica

que por fin nos regala su halo inconsútil,

suena el despertador que nos sacude

gritándonos, interrumpiendo el sueño embelesado

de la idealización

-siempre hermosa, edificante, alentadora-,

que ya es la hora de que reaccionemos

a tiempo de no caer en el abismo

de la verdad tan cruel que nos aplasta

y nos convierte en un desencontrado más...



Augusto Lázaro

@lazarocasas38





lunes, 18 de marzo de 2019

ELLOS SON MEJORES


ANIMALES Y HUMANOS

A los 12 años leí Azul, el libro que más me impresionó cuando penetraba en los caminos siempre descubridores de la adolescencia. Con él a cuestas transité esa edad tan difícil, compleja y maravillosa, que sólo cuando se pierde se valora en su justeza real. Junto a Martí, el genio nicaragüense compartió conmigo muchas horas de placer y dolor, pero siempre permaneció irremplazable su lectura, una y otra vez, deleitando mi pequeño mundo que aprendía y conocía lo que ya de adulto llegó a ser (y todavía es) el mayor placer que puedo experimentar: leer (por encima de todos los demás placeres, humanos y divinos, si estos últimos existen).

Escribiré sobre Azul más ampliamente en otra ocasión. Hoy quiero referirme a dos de sus poemas que conmueven y erizan los pelos al pensar cómo en aquel 1888 ya el autor presentía que este mundo nuestro no marchaba nada bien, y para expresarlo, líricamente, con su genio total, escogió el reino animal para traerlo a competir con los seres humanos, en batalla desigual cuya victoria, para el autor (y para mí) habría que concederle a los "irracionales". Veamos los textos:

El primero, titulado Estival, en la sección El año lírico, narra el romance de una pareja de tigres con una descripción tan preciosa que gracias a la pericia de Darío, leyéndolo, nos parece que se trata de dos amantes humanos que se prodigan caricias y viven su felicidad... hasta que llega un cazador (el Príncipe de Gales) y mata a la tigresa, dejando al macho desolado, pero con deseos de venganza que no puede ejecutar contra quienes han roto su vida. Al final, el poema sentencia:

Aquel macho que huyó, bravo y zahareño,
a los rayos ardientes
del sol, en su cubil después dormía.
Entonces tuvo un sueño:
que enterraba las garras y los dientes
en vientres sonrosados
y pechos de mujer, y que engullía
por postres delicados
de comidas y cenas,
como tigre goloso entre golosos,
unas cuantas docenas
de niños tiernos, rubios y sabrosos.

El segundo poema, también de la sección El año lírico, marca una diferencia al colocar como representante de la maldad a un animal (en este caso un gavilán) que observa a una paloma cantar al azul desfalleciente, proclamando ante la inmensidad cuán feliz es por poder hacerlo sin que nada ni nadie perturbe su dicha. Pero al terminar su canto, expresado líricamente con una belleza que sorprende, el "gavilán infame" se la mete en el buche, terminando de esta forma drástica la manifestación poética de la promesa alada.

El final no gustó al académico Juan Valera, al que Darío había enviado su libro, manifestándole su complacencia al disfrutar de su lectura, con esa única excepción, y a pesar de su "afrancesamiento" en el lenguaje, el erudito español colma al joven poeta de elogios por haber logrado embellecer el mismo, lo que yo mucho más tarde exclamé en una conferencia sobre el autor de los Cantos de vida y esperanza que jamás había visto tan altamente enaltecida la belleza de nuestro idioma. El final del poema es también una sentencia:

Entonces el buen Dios, allá en su trono,
mientras Satán, para distraer su encono
aplaudía a aquel pájaro zahareño,
se puso a meditar, arrugó el seño,
y pensó, al recordar sus vastos planes
y recorrer sus puntos y sus comas,
que cuando creó palomas
no debía haber creado gavilanes...

Aquí también Darío utiliza la palabra "zahareño" dirigida a la "bestia" que interrumpe el canto del ave en el "inmenso azul", y yo, en la temprana edad del teen, di mi nota versada igualmente sentenciosa de una visión muy poco alentadora del mundo que me ha tocado vivir (que fue publicada con el título Razones de la bestia en este mismo espacio).

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia el mates 17 de agosto de 2010)

viernes, 15 de marzo de 2019

POEMA 43


TIERRA SIGLO XXI



Malos presagios amenazan

trastrocar la calma chicha que a veces nos aturde

cuando podemos oír el silencio

del crepúsculo

metidos dentro de nosotros mismos

como si la Tierra estuviera sana y salva

de la caja de Pandora.

Cada nuevo día es un nuevo esperpento

de zozobra y sinsabores que nos vuelan

rasantes

advirtiéndonos de que el Apocalipsis

no es una fábula bíblica,

que ya está ahí cerquita, ya casi a la vista,

mientras sólo esperamos inmóviles

a que se nos termine el plazo

por desidias y abulias

incapaces de enlazar la esperanza

para sentarla a conversar un rato

y preguntarle qué podemos hacer

para librarnos de lo que nos espera

que no es poco

y que terminará por convertirnos en polvo

como si fuera cierto que del polvo

vinimos cuando todo era silencio,

oscuridad y ausencia

como otra vez será si nos sentamos

a esperar el milagro

que otros realicen por nosotros.



Augusto Lázaro

@lazarocasas38

lunes, 11 de marzo de 2019

8 HORAS SONRIENDO

¿MI TRABAJO? ¡SONREIR!

¿Cree usted posible que a alguien se le pague por sonreír? O sea, que una persona pueda percibir un salario mensual sólamente por pasarse ocho horas sonriendo? Pues es posible, y no en un solo caso, sino en muchos, que por milagro de la burocracia ocurren con frecuencia. He aquí un solo caso como ejemplo, que demuestra que lo real maravilloso pulula con tanta asiduidad como los pedigüeños del Metro (y de la RENFE) que ya no encuentran nuevos temas para tomarle el pelo a quienes provistos de una generosidad sin límites siempre les echan alguna moneda en sus vasitos de cartón.
El caso: una "chica" que trabaja en una residencia de ancianos y desea cambiar de empleo por razones que más adelante se exponen. Y que conste, que esto es algo muy serio...

8 HORAS SONRIENDO
FUNCIONARIO: Su nombre, por favor.
ESTRELLA: Estrella Luminosa del Camino y Pérez
FUNCIONARIO: ¿En serio que se llama así?
ESTRELLA: Oigame, ¿tengo yo cara de política?
FUNCIONARIO: ¿Y por qué de política?
ESTRELLA: Porque son los que siempre están diciendo mentiras.
FUNCIONARIO: ¡Ah! Muy bien. ¿Qué edad tiene?
ESTRELLA: La que aparento.
(El funcionario piensa que la "chica" es muy graciosa y la mira con disimulo, escribiendo en el formulario 45. "Con esa edad debería estar pensando en la jubilación anticipada", piensa).
FUNCIONARIO: Dígame, ¿por qué desea trabajar aquí?
ESTRELLA: Pues porque aquí voy a trabajar menos y a ganar más.
FUNCIONARIO: ¿Cómo dice?
ESTRELLA: Como he dicho, señor. En la Administración del Estado la gente casi no trabaja, y por supuesto, cobra mucho más que nosotros, y además, ni sábados ni domingos.
FUNCIONARIO: Y usted... ¿en qué trabaja?
ESTRELLA: Yo no trabajo, yo sonrío.
FUNCIONARIO: ¡Perdón?
ESTRELLA: Que yo no trabajo, yo sonrío todo el tiempo.
(El funcionario hace una mueca y piensa que la mañana no tiene buena pinta).
FUNCIONARIO: Si no se explica mejor, no la entiendo, la verdad...
ESTRELLA: Mire, resulta que a mí me pagan por sonreír y...
FUNCIONARIO: ¿Me está tomando el pelo?
(Estrella mira la cabeza casi calva del funcionario y sonríe, como pensando que de ninguna manera puede estarle tomando el pelo que el hombre no tiene).
ESTRELLA: Pues la verdad que no podría tomarle el pelo, porque...
FUNCIONARIO: Oiga, señorita, un poco de...
ESTRELLA: Señora, y a mucha honra.
FUNCIONARIO: Bueno, como usted diga, pero... oiga, mire usted...
ESTRELLA: Perdone, es que estoy algo nerviosa...
FUNCIONARIO: Está bien. En fin, continúe usted con eso de la sonrisa...
ESTRELLA: Pues es muy fácil: le decía que mi trabajo consiste en sonreír a todos los que me pasan por el lado. Vaya, para hacerles la vida más agradable, ¿no? Figúrese que todos son ancianos, y usted debe saber que a los ancianos les gusta el cariño...
FUNCIONARIO: Bueno, sí, pero...
ESTRELLA: Nada, que es un trabajo agotador.
FUNCIONARIO: ¿Agotador? ¡Y lo único que hace es sonreír? Mire, señora, eso no se lo cree ni El Tato.
ESTRELLA: ¡A que no! Pues así es: ¡Agotador! ¿Usted sabe lo que es pasarse ocho horas sonriendo a diestra y siniestra? ¡Ocho horas, señor mío! Imagínese cuando termino y llego a mi casa, ¿cómo llego? ¡Ajá! Pues con la boca estirada y un dolor en las encías que para qué le cuento. Por eso quiero cambiar de trabajo.
(El funcionario la mira, perplejo, pensando "lo que me ha caído esta mañana, madre mía", toma unos papeles de encima del buró y le engrega uno a Estrella).
FUNCIONARIO: Muy bien. mire, firme aquí y ya le avisaremos (Piensa para sí: "seguro que le avisaremos, con esas referencias en primera persona ya le avisaremos, ja, dentro de un par de veinte años -y sonríe, disimuladamente-).
ESTRELLA: (Lee el formulario, mira al funcionario, firma, se pone de pie, vuelve a mirar al hombre que no le quita ojo de encima aguantando las ganas de soltar la carcajada, y se dirige a la puerta del despacho para marcharse de una vez, pensando que quizás el hombre no la haya creído y por lo tanto no le dé camino a su solicitud). Muchas gracias. Adiós.
FUNCIONARIO: ¡Adiós, señorita!
Desde la puerta y antes de cerrarla, Estrella le grita:
ESTRELLA: ¡Señora! Ya le dije que señora. Y a mucha honra, hombre. (Y se va).

N del A: a veces la realidad supera a la ficción. Si no lo creen pregúntenle a Beckett. Y si no saben quién es Beckett vayan a Internet, que ése sí lo sabe todo... o casi todo.

AUGUSTO LAZARO

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia en agosto de 2010)

jueves, 7 de marzo de 2019

POEMA 42


RAZONES DE LA BESTIA

Yo soy el Minotauro que afanosamente
busca una salida hacia su sed de sangre:
he de morder la paz, he de despedazar toda esperanza,
he de comerme las entrañas de la última oportunidad,
cubrir de oscuridad la primavera,
incrustar un candado gigante
en todas las fronteras, desatar los truenos
del Apocalipsis
que frustren peregrinaciones a la tierra prometida.
Porque yo soy el Minotauro y de mi puta madre
Pasifae
heredé solamente la insidia, y no quiero
decir lo que heredé de Poseidón, mi creador
por carambola,
regocijado en su rencor satánico
con este encierro mío laberíntico e injusto
donde rompen el silencio solamente los gritos anuales
de las siete doncellas y los siete imberbes
a mí sacrificados
cuando crujen sus huesos al son de mis colmillos
y los arbustos de cada sendero se tiñen de púrpura.
Sí, yo soy el Minotauro, el engendro asqueroso y asqueado
del aire exterior enrarecido
por los depredadores del siglo terrible
en este planeta condenado por la furia mesiánica
milagrosamente rotando todavía, escapado
de tanta barbarie enfrascada en la insana intención
de destruirlo
aun antes de que las campanas proclamen el inicio
de la última cruzada
a principios del milenio que comienza.
Yo soy el monstruo asqueroso y asqueado
de esa máscara aglutinadora
de sonrisas hipócritas y crímenes perversos
conocida como ser humano rey del planeta Tierra
condenado a disolverse en un gran éxodo
de sentimientos solidarios
cuando el lobo motivado busque el último refugio
en el infierno (allí estará seguro)
y la promesa alada de Rubén Darío haya caído
exánime sobre la nieve sin cantar al azul desfalleciente
mientras los tigres de Bengala desfallezcan
ametrallados por las crueles ráfagas
de eso que dicen que se llama humano.
Yo soy el Minotauro que agoniza
maldiciendo a Minos tras su encuentro
con el mítico Teseo,
pero la agonía alimenta mi rabia
y antes de exhalar el último bufido
haré real aquel sueño del macho que huyó
bravo y zahareño:
enterraré mis garras y mis dientes
en vientres sonrosados y pechos de mujer
y engulliré docenas
de niños tiernos, rubios y sabrosos...
porque ¡yo soy el Minotauro!,
el menos salvaje de los bípedos parlantes
que pueblan la Tierra...


Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en blog)






lunes, 4 de marzo de 2019

EL MEJOR ESCRIBIENTE...

POR SUPUESTO, PRESCINDIBLE

Acabo de releer una novela que me ha convencido de que soy un "héroe", porque leer las 700 páginas de que consta y salir del proceso sano y salvo (mentalmente hablando) es un acto heroico. ¿Por qué la leí toda entonces? Pues porque necesitaba convencerme de que era verdad que lo que estaba leyendo había sido escrito por el autor que tantas otras buenas obras nos había dejado. Por eso seguí pasando páginas, a pesar de saber lo que seguiría leyendo y casi sin poder creer lo que leía, por venir de ese escritor.

700 páginas dedicadas casi totalmente a describir y narrar sus aventuras "galantes" en la ciudad de La Habana, en la época anterior a la llamada Revolución Socialista. Página a página asistimos a encuentros fortuitos con mujeres de distintas categorías, apariencias, culturas, etc., que ceden todas ante los aparentes "encantos" del gran conquistador que se las arregla para que ninguna rechace sus pretensiones de llevarlas a la cama, destino único y final de todas las que caen ante sus facultades casanóvicas o rubirósicas.

Y todo sin que se haga mención a lo demás que debe suceder en la vida de cualquier persona: estudios, trabajos, ocios, estancias en casa, lecturas, comidas, compras, etc., porque en las 700 páginas sólo se ve, casi al 100%, lo que le ocurre al protagonista, que es el mismo autor (la novela parece ser autobiográfica), que sólo se dedica (triste vida la suya) casi a tiempo completo, a buscar mujeres en calles, parques, autobuses, cines, y a todas llevarlas a una posada (escasísimas veces a sus casas), donde únicamente en una ocasión (la excepción de la regla) el gran "ligón" no puede "cumplir" su "papel de hombre" conquistador y semental a cabalidad.

La narración está dotada con gran efusividad de palabras y giros vulgares, groseros, estúpidos, siempre gratuitamente, regalándonos cuantas palabrotas malsonantes y ridículas el autor quizás considera que "enriquecen" el gracejo popular, cuando resultan todo lo contrario, porque llega el momento en que el lector, por muy zafio que sea, tiende a rechazar este abuso de expresiones totalmente prescindibles para describir una y otra vez (el autor es incansable en sus encuentros sexuales donde el amor brilla por su total ausencia) esos "ligues" que hace, lo mismo en un transporte que en el lunetario oscuro de un cine barato, donde siempre coloca su mano en el muslo de la víctima de turno, siendo aceptada (la mano y la intención) por ésta sin un solo rechazo de ninguna.

Todo esto acompañado de un constante juego de palabras y de medias citas como para que sólo las capten aquellos acostumbrados a leer mucho, o personas con una elevada cultura, lo que forma un contraste con la fraseología, el vocabulario, y los giros populacheros de un lenguaje que curiosamente quien lo emplea es el narrador y no los personajes femeninos cautivados no se sabe por qué atractivos personales que al parecer el autor intenta ostentar, indirectamente, a sabiendas de que carece de ellos, porque de tanto exponerlos uno recuerda el refrán que "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".

El colmo del autobombo como gran cazador de hembras callejeras viene cuando en una de las tantas posadas donde ejecuta sus "hazañas" cameras, llega a practicar el coito... ¡5 veces seguidas! en una noche rápida, y se queda después tan fresco como un helado de fresa. Y nada más: no hay otra cosa en toda la obra que esos encuentros sexuales que se repiten como los anuncios televisivos hasta el cansancio y el aburimiento, y donde creo que sólo algunos tontos como yo pueden llegar a la última de las 700 páginas, en un epílogo que en pocas cuartillas se aleja del mundo "follante" que describe no sé con qué idea ni con qué intención, pues si las hay confieso que yo no las he detectado.

Una novela casi idéntica a otra titulada Trilogía sucia de La Habana, en la que su protagonista, nuevo "héroe" de estos tiempos inciertos, sólo se dedica a follar y a beber ron...

En fin, que lamento muchísimo que tamaño escritor, un gran escritor sin duda alguna, que nos ha dado tantas buenas obras, haya caído en esta chapucería inútil y grosera, indecente y estúpida, donde tal parece que La Habana para un Infante difunto no tiene otra cosa que ofrecer que ese mundillo de sexo, bebidas y dolce far niente. Y para colmo, publicada por una editorial supuestamente seria como Seix Barral (en Biblioteca Breve), lo que me hace pensar que nuestras casas de publicaciones literarias sólo suelen fijarse en "el nombrecito" del autor y no en la calidad de tantas obras que publican.

Y porque todavía me cuesta trabajo aceptar que esa laaarga novelucha haya sido escrita por este Premio Príncipe de Asturias, no quiero escribir su nombre, con la vaga esperanza de que se trate de un error... porque una tontería más seguramente no me va a hacer menos tonto.

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia el 1 de agosto de 2010)

ENVOLVENCIAS

 1 Ahora que los virus están de moda: fue un virus (de la peste negra o bubónica) el culpable de la muerte de los amantes de Verona. La hist...