lunes, 29 de abril de 2019

EXISTEN

¿APOCALIPSIS SOON?

En un artículo publicado hace algún tiempo, la periodista y escritora Angela Vallvey, hablando de las antiguas civilizaciones que habitaron Europa, planteaba que los cromañones habían desplazado a los neandertales de este continente, porque éstos se habían desvalorizado tanto dentro de su desinterés por el futuro y su disgregación, que facilitaron a aquéllos --que, por el contrario, tenían una organización mucho más fuerte y asumieron su victoria, sustituyendo a quienes no supieron defender su "civilización" debilitada por su falta de organización y de afianzamiento en una idea colectiva y unida como protección a su identidad y permanencia--, apropiarse del territorio hasta entonces ocupado por los primtiivos neandertales.

Más adelante planteaba Vallvey que hoy Europa se encuentra, al igual que en aquella época primitiva, en peligro de que su población sea desplazada por otra con mucha más pujanza que lentamente está posesionándose del espacio que ocupa nuestra llamada "civilización occidental y cristiana". Se trata, por supuesto, de la población del mundo islámico que cada día avanza más en su afán de implantar su religión, su cultura, sus costumbres, en el territorio de la vieja y debilucha Europa.

En su último libro titulado La experiencia totalitaria, editado por Galaxia Gutenberg, el ensayista Tzvetan Todorov, quien ha afirmado que "hay riesgo de mesianismo en países democráticos" (como si se estuviera refiriendo a España), plantea que "el neoliberalismo está desmantelando la idea de Estado", para concluir con una afirmación discutible sobre lo que puede o no puede ser considerado un peligro para nuestra sociedad. Dice el autor:

(...) los países islámicos, donde hay pequeños grupos capaces de hacer mucho daño, pero no una amenaza para Occidente.

Creo que precisamente el peligro radica en ignorar la amenaza, planteada desde el artículo de Vallvey, porque si seguimos la trayectoria del aumento de actividad y concesiones que ha obtenido el islamismo en los últimos años, el panorama que se nos presenta no puede ser más desalentador. Pero voy más lejos: creo que, además del islamismo, hay un peligro mayor, y no sólo para la vieja y debilucha Europa, sino para todo nuestro planeta: estamos, lenta y aplastantemente, destruyendo nuestro hábitat, y los gobiernos de La Tierra no quieren aceptarlo ni mucho menos ponerle coto a semejante destrucción. A este paso no hará falta que ningún sistema, ninguna religión o ninguna cultura se apodere de un continente o de todos, porque dentro de poco tiempo nuestro tan maltratado planeta dejará de ser morada del hombre. No explotará, como predicen novelas de ciencia-ficción, pero los seres vivientes desaparecerán, y esta vez no habrá nuevos cromañones que sustituyan a los actuales, más salvajes incluso que los primitivos, que en realidad de salvajes tenían mucho menos que nosotros los actuales habitantes del tercer planeta del sistema solar.

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(pubicado en La Envolvencia el 30 de septiembre de 2010

jueves, 25 de abril de 2019

POEMA 49

CENIZAS

cuando tus pasos sólo pisan las cenizas
que dejó la guerra
cuando tus ojos sólo ven los restos
de los edificios reventados
por las bombas
cuando buscas en vano la esperanza
de superar esta derrota
de una parte de la humanidad
(o quizás de toda ella)
entonces te das cuenta
de que la temida hora cero
ha llegado
y quizás para quedarse

Augusto Lázaro
@lazarocasas38


lunes, 22 de abril de 2019

EINSTEIN TENIA RAZON

TIEMPO Y MOVIMIENTO

En un artículo publicado en el Daily Mail, el científico Stephen Hawking -al que en las últimas semanas le han llovido críticas de muchos intolerantes que en la escala del saber están distantes años-luz del prominente hombre de ciencias, atacado por manifestar sus ideas públicamente- se refería al transcurrir del tiempo, cuya dependencia radica en la actividad humana realizada en dos vertientes contrapuestas: movilidad e inmovilidad. O sea, que el tiempo transcurre más rápido para un ser humano que siempre esté en movimiento que para otro que siempre esté en descanso, sin realizar ninguna actividad física, o simplemente dejando que su vida sea manejada por el sedentarismo.
Lo mejor de esta teoría es lo fácilmente aplicable a la actividad humana personal, o sea, saber cómo puede repercutir la ciencia en las acciones que nos distinguen de los cuerpos inorgánicos y de la materia no viva desde el punto de vista humano, que resulta no sólo interesante, sino beneficioso por el tanto bien que puede proporcionarnos atender sus postulados.

Cuando mi madre tenía más de sesenta años, su médico de cabecera le recomendaba que no estuviera mucho tiempo en la cama, pues decía el "matasanos" como en tono de broma lo llamaba mi padre, que "los viejos, mientras menos estén sin hacer nada, mejor para ellos y para su salud". Pero esa sentencia podría aplicarse perfectamente a aquellos a quienes "moverse" les cuesta trabajo. Es el caso de mi vecino J, que de las 24 horas del día pasa alrededor de 12, o sea, la mitad, acostado y/o durmiendo, y la otra mitad descansando. Un día le pregunté de qué estaba descansando si él no hacía nada. Claro, se lo dije con otras palabras y con un tono que no admitía dudas de que estaba "bromeando en serio". Su respuesta me dejó con la boca a medio abrir:

--Hombre, pues de tantas cosas que hago durante el día.

En nuestra sociedad, lamentablemente, hay demasiados Joseses (cito este nombre genialmente dado a uno de los personajes de El llano en llamas, de Juan Rulfo, que recomiendo como un libro digno de ser leído no una sino muchas veces, con el compromiso de que aquellos que no lo hayan leído y lo hagan ahora no quedarán decepcionados), pues con la edad que acredita el nombre, llamémosle generoso, de "mayores", los deseos de moverse merman tanto en muchos que apenas caminan unos pasos de ida y vuelta para comprar el periódico y el pan, y enseguida regresar a casa, donde puede que lo esperen nietos malcriados que quizás, para su bien, lo hagan moverse un poco, aunque sea a su pesar.

En muchas conversaciones recurrentes entre personas mayores se oye aquello de "caramba, ya hoy es viernes, si me parece que ayer fue el viernes de la semana pasada". Eso, por la rapidez con que "se ha ido la semana en un santiamén", sólo que esas exclamaciones las hacen quienes suelen "moverse", estar siempre haciendo algo, para cuyas vidas el tiempo pasa rápido. Casi sin darse cuenta. Es la rapidez temporal a que se refería, en otro contexto, el científico Hawking. Porque para los que, como mi vecino, siempre están "descansando", el tiempo les parece eterno, estático, que el reloj no camina, y esa sensación trae como consecuencia directa el aburrimiento, a veces el aburrimiento de seguir viviendo, porque no encuentran contenido a sus vidas sedentarias e inactivas.

Así transcurre la vida de muchísimas personas, sobre todo mayores, aunque los hay jóvenes que nada tienen que envidiar a estos que se pasan la vida sin hacer otra cosa que dejar pasar el tiempo, sin ningún contenido vital que los impulse a "moverse". El movimiento, lo mismo en astros que en personas, siempre es señal inequívoca de vida, de acción, de vitalidad. Y lo peor, que no darle mantenimiento a nuestros órganos y músculos puede generarle consecuencias negativas a nuestra salud. Pero sobre todo, la vida es movimiento, y la inutilidad de no hacer nada, o como dicen los italianos, el dolce far niente, no genera ningún beneficio, ni a esas personas que no hacen nada, ni a sus seres queridos, ni a la sociedad que los mantiene, a veces tan generosamente que uno se pregunta: ¿y si yo hiciera lo mismo?, o sea, ¿si yo no hiciera NADA?

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia el 24 de septiembre de 2010)

jueves, 18 de abril de 2019

POEMA 48

¿PRECIOSAS MENTIRAS?

Glosas a la canción de Malú que me enviaste 

a S, por supuesto

Si la vida es en colores como la ven tus ojos
en los que me miro embelesado
y me adormezco en un sueño despierto
donde sólo tú podrías despertarme
para soñar juntos que el amor es más
que suficiente,
si ahora sin mí ya no vives
cuando yo sólo vivo por ti,
si sólo yo te puedo consolar
inserto en el consuelo de tus manos
tan generadoras de ternura,
que todo lo que tocan lo convierten
en un arcoíris que envuelve nuestros cuerpos,
si soy yo quien te inspira
siendo tú en realidad mi inspiración,
si me amas con ansias,
con las mismas ansias con que yo te amo
y te amaré por encima de todos los equívocos,
si mientras sea junto a mí todo lo intentarías,
si me llevas en tu mente desesperadamente
y por más que me busques soy yo quien te encuentra,
si soy yo tu mundo (¡feliz ilusión
el creer que sea cierto!),
si con mis manos podría curar tus heridas,
cuando tú me curas con una sonrisa,
si sólo a mi lado es que puedes llorar
y reír al sentir mis caricias...
¿por qué no te decides
a regalarme tu amor, sin matices,
sin timidez ni desconfianza,
sin imposibles que nos hacen sufrir tanto,
sin ninguna montaña de prejuicios
ni mil huracanes de convencionalismos,
sin dudas, sin vacilaciones,
sin reprimirte los deseos que el implacable curso
de los años que nunca se detienen
hará que te arrepientas de no haberlos activado a tiempo?

Madrid, enero 16 de 2012

La prisa nunca es elegante. Pero la excesiva tardanza termina por hibernar el amor...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38



lunes, 15 de abril de 2019

SUEÑOS INFANTILES

WINDY NIGHTS

"Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio de todas las cosas"

García Lorca

Comencé a estudiar el idioma inglés en la primaria, con mi prima Aleida, en lo que se llamaba entonces un Centro de Inglés al que acudía todas las tardes de lunes a viernes. Mi prima, excelente profesora, nos contaba sus viajes a Estados Unidos y nos detalló, con fotos incluidas, su ascensión a la estatua de la Libertad, y nos mostró algunas en las que se veía en la misma antorcha con sus acompañantes, disfrutando de la espectacular visión de la "ciudad que nunca duerme".
Con el tiempo (que jamás se detiene) me fui interesando por algunos escritores en esa lengua, y ya en los estudios secundarios leí muchas obras que de adolescente fueron compañeras permanentes de mis horas de lectura. Así descubrí el poema Windy nights, de Robert Louis Stevenson, antes que sus novelas como La isla del tesoro, El hombre y la bestia (El doctor Jekyll y Mister Hyde, archiconocida obra llevada a la pantalla varias veces), Ladrones de cadáveres, Historias escocesas, El demonio en la botella, y otras que pasaron por mis ojos hambrientos de aventuras narradas con la eficacia del autor escocés.

Traducir la poesía es como mutarla, siempre poniéndole más de quien la traduce que del propio autor. Por eso no traduzco este bello poema que si se conoce el idioma deparará para cualquier lector con sensibilidad un rato agradable envuelto en las imágenes misteriosas y fascinantes de la narración. Y quizás se deje embrujar por el colorido musical de estos versos, y se adormezca al compás del sonido del caballo que galopa y galopa sin cesar... y sueñe...

...y sueñe como yo soñaba, de niño/adolescente, mirando por la ventana de mi cuarto hacia la oscuridad de la noche, pensando que era yo quien cabalgaba en un corcel, en la penumbra proclamada por la ausencia de la luna que junto a las estrellas se había retirado para envolver en las tinieblas a aquel jinete incansable que corría y corría, de un lugar a otro, y siempre regresaba, arropado por el viento que mecía sus cabellos a veces confundidos con las crines del caballo, toda la noche galopando en lo oscuro, en lo húmedo, una y otra vez, pasando por la imaginación del muchacho que miraba y buscaba en las sombras, y oía el galopar, y hasta veía al jinete desbordando su carrera hacia lo desconocido...

Whenever the moon and stars are set,
Whenever the wind is high,
All night long in the dark and wet,
A man goes riding by.
Late in the night when the fires are out,
Why does he gallop and gallop about?

...y de pronto estaba cabalgando en bruto fuerte y brioso, en aquel camino angosto donde la noche era azotada por el viento que batía feroz las ramas de los árboles, llorosos al paso de la fantasmagórica figura, que la magia de la noche ventosa había enlazado y fundido en una sola sombra, perdida en el vaivén que aparecía y desaparecía entre las brumas mientras a lo lejos en el mar oculto por la ausencia de la luz lunar, los barcos se negaban a secundar con sus sirenas el trepidar de los cascos secundados sólamente por el viento...

...y yo cabalgaba, corría tempestuoso con mi corcel debajo, de aquí para allá, una y otra vez, y siempre regresaba para cruzar la ventana infantil como un bólido hasta despertar del ensueño a aquel adolescente/niño admirado ante tanto esplendor convertido en remolino que lentamente fue desapareciendo mientras la realidad tornaba a hacer la fantasía de lo próximo en los ojos que ya no veían al jinete con su caballo negro como la misma noche alejándose de la imaginación como una silueta dibujada entre las sombras...

Whenever the trees are crying aloud,
And ships are tossed at sea,
By, on the highway, low and loud,
By at the gallop goes he.
By at the gallop he goes, and then
By he comes back at the gallop again.

...pero siempre yo lo hacía regresar en mis sueños, y siempre mis ojos volvían a traerlo, porque no querían que aquel espectáculo de mi fantasía infantil terminara, que la magia del poema convertido en imagen desapareciera de mi noche única venciendo al misterio de la poesía...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia el 18 de septiembre de 2010

pd: he respetado la escritura original del autor, que comienza cada verso con mayúsculas

jueves, 11 de abril de 2019

CISNE BLANCO, SIEMPRE BLANCO


NATALIE



¿Cómo llamarte cisne negro

si tú llenas de luz cada escena

donde parece que dentro de esas sombras

convertidas en luz

con tu magia exquisita

todo el amor del mundo

se ha metido en tus ojos?



Augusto Lázaro

@lazarocasas38

lunes, 8 de abril de 2019

LA IDEALIZACION ES SIEMPRE INUTIL

IDEALIZACION

Desde mi temprana adolescencia comprendí que idealizar (a una persona, a una ciudad, a una situación) era punto menos que una ingenuidad que a la larga se pagaba con el desencanto que siempre sigue al descubrimiento de la realidad (de esa persona, de esa ciudad, de esa situación) cuya distorsionada captación tanto entusiasmo había generado cuando se ignoraba, porque a veces ignorar es muy saludable. Sin embargo, a mis años todavía, aunque no frecuentemente, sigo idealizando personas, ciudades y situaciones. No tanto, por supuesto, ni tan profundamente, pero de las costumbres que se adquieren de jóvenes, es difícil desprenderse cuando alcanzamos una edad en que ya no estamos para creer en ninfas ni jaujas ni estados idílicos personales.

Por eso no me gusta leer biografías. He leído muchas, y entre ellas, las de algunos de los personajes que me llenaron la existencia de entusiasmo por sus creaciones, y cuando me enteré (descubrí) de cómo eran en realidad en sus vidas privadas... ¡ah!, enseguida me arrepentí de haberme enterado y de haber leído esos libros que desnudaban esencialmente a quienes un día llegaron a ser casi héroes o heroínas que me acompañaban en mis momentos de soledad y lectura. Siempre me preguntaba cómo era posible que alguien que había escrito, compuesto, pintado, dirigido tales manifestaciones del gran arte y de las letras que pasarían al recuerdo eterno de la humanidad, fuera capaz de maltratar a un hijo, emborracharse y vomitar en un bar vociferando, convertirse en marginal, o no decirle buenos días a sus vecinos en el ascensor. Y entonces descubrí que el remedio contra el desencanto era la ignorancia. La ignorancia de las vidas privadas de tales grandes creadores, de los que sólo conocería en lo adelante lo que nos legaron en sus obras.

Casos ejemplarizantes abundan, como la actitud personal de García Márquez apoyando dictaduras dignas de desprecio sin tapujos, y que ha escrito una obra realmente extraordinaria, con dos novelas que pueden competir con las mejores en nuestro idioma: Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera, cuyo valor literario nadie que no sea idiota o sectario en extremo podría negar. O el de Mozart, representante máximo del clasicismo en la música, con una obra que desborda pureza y elegancia, adornada siempre con la armonía equilibrada y serena, de la cual alguien dijo que era capaz de calmar a un león enfurecido y hacer dormirse a un insomne incurable, y sin embargo en su vida privada era vulgar, gritón, y a veces hasta grosero, acostumbrado a una existencia licenciosa que en nada se parecía a las composiciones que han pasado a formar parte del gran tesoro musical de la humanidad.

Pero cuando se idealiza a una persona cercana a la cual queremos mucho, la desilusión, si ésta llega, es más desgarradora. A veces ponemos todo nuestro cariño en alguien que creemos digno de todo lo bueno, y del que esperamos así mismo todo lo bueno como reciprocidad. Y he ahí el error, porque cuando se quiere de verdad no se debe esperar recompensa. El cariño tiene que ser incondicional para que sea cierto y además creíble. Sin embargo, cuando esperamos una reciprocidad al nivel de la nuestra y ésta no nos llega, y a veces ni siquiera llega a ningún punto de nivel, nos damos cuenta de que una vez más hemos idealizado a alguien a quien hemos dotado de virtudes y gracias que realmente no tenía.

¿Qué hacer entonces? ¡Ah! Buena pregunta. Porque tampoco vamos a renunciar a nuestra sensibilidad (si la tenemos) ni a imaginarnos características negativas en la personalidad de quienes conocemos o acabamos de conocer. Ni mucho menos convertirnos en ermitaños que se recogen permanentemente en sus habitáculos renunciando al contacto con la humanidad (aunque hay muchos a los que esta actitud les ha ido muy bien). La única solución es la más difícil: no idealizar personas ni ciudades ni situaciones personales, aceptar a las personas tal cual son (si las personas nos aceptan tal cual somos, cosa muy difícil por cierto, porque el ser humano siempre cree que tiene la razón, que es el bueno y que el otro es el que está equivocado), y sobre todo, jamás pretender "cambiar" a alguien, porque nadie va a cambiar y mucho menos por insistencia nuestra. Pero en fin, que esto es lo que tenemos y si queremos no sufrir desengaños, hagámosle caso a don Pedro Calderón de la Barca, que ya hace mucho tiempo sentenció "que el mayor bien es pequeño / pues todo en la vida es sueño / y los sueños, sueños son"...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia el 8 de septiembre de 2010)

jueves, 4 de abril de 2019

POEMA 46

ESPACIO ROTO EN EL RECUERDO

Anda, llega hasta mi espacio y endúlzalo,
llénalo del perfume que emanas altanera,
desata mis ansias  encendidas con tus ojos
cuando se me clavan como dardos
y despiertan esta sed de colmarte de besos,
de mordiscos apurados, de lamidos dispersos
por todos los poros de tu piel...
Vamos, quémame con ese sol que arde
en tus labios añorados como fuente
de una eterna sensación de placer,
arráncame los hálitos de la pasión más burda,
conviérteme en algo vulgar, hazme gritar
y lanzar al espacio palabrotas muy fuertes,
gritando tú conmigo mientras nuestros cuerpos
no se cansen de moverse bruscamente,
haz que vibren mis entrañas, aráñame,
muérdeme con bríos, rompe mi rutina de
pasividad intrascendente,
dame todo tu amor, y regálame
esa tan codiciada y grata dicha
del fuego abrasador que encenderá
mis deseos -dormidos hasta que apareciste
como un último reto-
para agotarme en tu furor de mujer
que rendirá mi fuerza a tus pasiones
hasta que ya no pueda más
y desfallezca entre tus brazos...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38


lunes, 1 de abril de 2019

EL ORO: ¿CANCION O AMBICION?

LA CANCION DEL ORO

En una conferencia impartida en el Instituto pre-universitario "Cuqui Bosch" de Santiago de Cuba sobre Rubén Darío, un alumno me preguntó por qué yo le otorgaba al nicaragüense el título de genio. Se me ocurrió proponerles un ejercicio sobre uno de los textos de Azul, y a la semana siguiente lo hicimos, con la asistencia de algunos profesores y unos 30 estudiantes. El ejercicio consistía en buscar otras palabras que pudieran utilizarse en el cuento La canción del oro, sin que cambiaran, con ellas, el sentido del mismo. El cuento comienza:

Aquel día un harapiento, por las trazas un mendigo, tal vez un peregrino, quizá un poeta...

Copié este comienzo en la pizarra y un alumno me dijo que le faltaba una S a la palabra quizá, aclarándole yo que se trataba de una licencia literaria que buscaba el mejor sonido/ritmo, al convertir dos sílabas en una (qui záun). Por lo demás, comenzaron enseguida a buscar otras palabras, y me entregaron sus folios con cosas como éstas:

Aquella noche un harapiento... aquel día un pordiosero... esa tarde un indigente... y así muchas otras, y les pedí que me escribieran sus opiniones sobre el texto completo, en otros folios, y me los entregaran una semana más tarde. El resultado fue que el 92.8% opinó que tal como lo había escrito el poeta era la forma en que mejor podía leerse el cuento, en que mejor "sonaba" mentalmente cuando se leía. Entonces yo les dije: por eso Rubén Darío es un genio...

La canción del oro es el lamento que lanza al espacio (porque no hay nadie oyéndolo) un mendigo que ve llegar a una pareja de aristócratas a insertarse en una especie de "fiesta" del lujo y el poder que da el dinero, y dentro de su "filosofía" vital, enjuicia la repercusión que tiene este valor material capaz de dar y de quitar según sean las características de cada ser humano. En uno de sus fragmentos dice:

Cantemos el oro, purificado por el fuego, como el hombre por el sufrimiento; mordido por la lima, como el hombre por la envidia; golpeado por el martillo, como el hombre por la necesidad; realzado por el estuche de seda, como el hombre por el palacio de mármol...

La agonía del hombre que no tiene ni siquiera dónde guarecerse del frío, en contraste hecho símbolo, con la soberbia de quienes con sólo apretar un botón ya disfrutan del ambiente agradable y sobre todo resguardados de las miserias, materiales y humanas, que no quieren ver a través de la ventana detrás de la cual el pobre de solemnidad, sin embargo, declama su saber al que no alcanzan los que poseen el oro, difuminados en su dolce far niente que ostenta y humilla. Y para ambos sectores, para todos los sectores humanos y sociales, está presente el oro como estandarte que clasifica a quienes luchan por tenerlo, o por retenerlo.

Eso es el cuento. Pero es mucho más. Y este pobre hombre continúa su canto estremecedor, lo único posible para él:

Cantemos el oro, esclavo, despreciado por Jerónimo, arrojado por Antonio, vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, maldecido por Pablo el Ermitaño, quien tenía por alcázar una cueva bronca, y por amigos las estrellas de la noche, los pájaros del alba, y las fieras hirsutas y salvajes del yermo...

Esta vez ningún alumno me llamó la atención del uso del participio "maldecido", por lo que me limité a continuar mi exposición, haciendo resaltar el aporte de Darío al movimiento literario llamado modernismo, del cual fue precursor, y cuya influencia en toda la literatura española e hispanoamericana es tan notable que ningún estudioso de respeto se ha atrevido a negar.

Tanto los poemas como los cuentos de Azul conforman una muestra digna del mejor lector, y cuando leemos sus textos nos parece estar oyendo una música que nos envuelve con las palabras exactas, para regalarnos la magia de la obra de arte presentada en un lenguaje realmente subyugador.

La canción del oro, una joya de la literatura hispanoamericana dentro de esta obra maestra que es Azul, anima a más y más detenidos comentarios, que llegarán más adelante. Mientras, enumero las principales obras del gran escritor, seguro de que quienes se adentren en su lectura a solas y en silencio, disfrutarán de unos momentos repletos de deleite.

1888 Azul (lo escribió a los 21 años)
1896 Prosas profanas / Los raros
1905 Cantos de vida y esperanza
1907 El canto errante
1914 Canto a la Argentina

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

(publicado en La Envolvencia el 4 de septiembre de 2010)

ENVOLVENCIAS

 1 Ahora que los virus están de moda: fue un virus (de la peste negra o bubónica) el culpable de la muerte de los amantes de Verona. La hist...