lunes, 6 de agosto de 2018

LA PROBADA INGRATITUD

En plena efervescencia de la guerra de Cuba contra el colonialismo español, José Martí le escribió una carta al general dominicano Máximo Gómez, invitándolo a que volviera a unirse a los mambises cubanos (con los que había combatido contra el colonialismo en la guerra de independencia cubana), y entre otras cosas le decía que

“sólo puedo ofrecerle el placer del sacrificio y la probada ingratitud de los hombres”

Estas palabras me vienen al recuerdo hoy, cuando la ingratitud de los hombres se ha agudizado a niveles preocupantes que inciden en el destino de esta humanidad. Ejemplos sobran.
La aceleración desorbitada de los avances en el campo de la ciencia, la técnica y la informática, ha adelantado sin dudas el progreso de la humanidad en general, a pesar de que en lugares del planeta como Africa existen millones de personas que todavía pasan hambre y no disponen ni siquiera de agua potable para hacer menos penosa su situación. Sin embargo, este sorprendente adelanto no ha llegado paralelo al comportamiento social de la mayoría de los pueblos del planeta, cuyo sacrificio se ha convertido en un egoísmo tajante en cuanto a la solidaridad con el prójimo que se ve sustituido por los avances colectivos/peronales que han tirado por la borda cualquier cosa que parezca sacrificio en bien de los demás. Y no quero mencionar, como se hace siempre, nada que tenga que ver con las súper citadas excepciones, que siempre las ha habido, las hay y las habrá, pero cada día en menor cuantía.

Un soneto cuyo autor desconozco explica mejor lo anteriormente dicho, que es muy lamentable, pero que como soy de los que no quieren ver la vida como no es realmente, lo comparto con ustedes a riesgo de pecar de excesivamente pesimista o escéptico:

Escucha, Fabio, tu mejor amigo
es aquel a quien nunca protegiste.
Si a un amigo favores mil hiciste
y uno dejas de hacerle, es tu enemigo.
Brinda al extraño protección y abrigo
y no te pese, que, si bueno fuiste,
quién sabe si otro pobre a quien no diste
su pan alguna vez parta contigo.
El extraño te pide, y agradece
lo que tu mano en su dolor le ofrece
porque nada con ello le has pagado.
En cambio, del amigo que más quieras,
tonto serás si gratitud esperas.
¿Le hiciste un bien? ¡Estabas obligado!

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

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