lunes, 17 de septiembre de 2018

AMAR LO QUE NOS DAÑA

En una entrevista concedida a BBC News, el escritor e intelectual español Juan José Millás, dijo, entre otras muy interesantes opiniones sobre la naturaleza humana, que las personas tienen tendencia a amar lo que les hace daño. Dicho así parece un intríngulis, pero al ponerme a pensarlo me di cuenta de que no se trata de unas meras palabras por relucir, sino que tienen un significado y una intención muy profunda y mueven al análisis y a la meditación más seria. Enseguida acudieron a mi recuerdo varias anécdotas, todas lamentables y tan reales, que confirman esa aseveraión de Millás. Sólo tomaré 4 situaciones como ejemplo:

1) Mi amiga M es una fumadora empedernida que no suelta el pitillo de su boca. Le encanta tomarse un cafecito a cualquier hora y enseguida encender el dichoso cigarrillo. Una vez le observé tan negativo hábito y su respuesta me dejó sin riposta posible: "es el único vicio que tengo... y de todos modos voy a morirme"...

2) J es un hombre normal que generalmente se comporta como tal y se relaciona con sus congéneres como cualquier otro. Sin embargo, bebe en demasía, hasta el punto que ha tenido problemas con diversas organizaciones que lo ayudan a soportar su pobreza, pero en cierta ocasión que surgió el tema entre nosotros, también me soltó una justificación que no admitía respuesta: "mira, te digo la verdad, yo no puedo dejar de beber, yo quiero a la bebida como si fuera un famiiar o una mascota que tuviera en casa"...

3) En la TV apareció una noche mientras yo hacía zapping por los odiosos anuncios que cortaron la serie que veía en ese momento. Entrevistaban a una señora que parecía correcta, de esas que la gente dice "de buena familia", que declaró que llevaba más de 30 años soportando palizas de su esposo, pero que lo hacía resignada en silencio, "porque lo amo, él es bueno, tiene esos momentos en que me maltrata, pero yo lo amo, no puedo dejar de amarlo"...

4) Un votante de los que no fallan se quejaba del político al que había dado su voto, por no cumplir ninguna de sus promesas, aunque siempre que había elecciones volvía a votarlo. Se lo dije: ¿y por qué lo votas? Se rascó la cabeza, me miró muy afligido, y me confesó que "es que me cae bien, bueno, tanto que le he cogido cariño, aunque sé que no me va a resolver ningún problema"...

Y podría seguir enumerando casos parecidos, incluso peores, pero con estos ejemplos he querido demostrar que Millás tenía razón: el ser humano tiene esa tendencia: ama lo que sabe que le hace daño o puede hacérselo, lo mismo un poducto como el tabaco que otro ser humano como el político citado. Digna de estudio esa reacción, sin dudas. ¿Qué sucedería si en lugar de dejarnos seducir por lo que nos hace daño, lucháramos contra eso (o conra ése), con la misma fuerza y el mismo tesón con que nos dejamos conquistar por lo negativo, dañino y peligroso?

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

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