¡Ni Cándido podría derrotarme en el concurso
de la gallinita ciega!
Yo pensaba que las agentes literarias
(esas aves fugaces de los cuentos de Milton)
estaban en función de los autores -no tan célebres-
como el que suscribe atentamente suyo, etc.
O sea, en función de recibirlos, de conversar con ellos,
de interesarse por sus creaciones (geniales o mierderas,
¿quién puede saberlo?),
de pasarle sus obras a algún lector fantasma
que después le entregaría su opinión indiscutible e
informática
y ellas a su vez hacérselas llegar al infeliz autor
que intentó inútilmente
conseguir una cita (¡qué inocente!).
Pero no: yo estaba (¿cuándo no?) equivocado como una
marmota.
Somos los escritores, los pobres y desventurados
escritores
desconocidos o mejor inéditos
quienes estamos en función de esas divas
que no tienen el tiempo planeado en sus agendas
para ocuparse de nosotros...
En verdad este país es delicioso:
Beckett lo pasaría aquí de puta madre.
Augusto Lázaro
@lazarocasas38
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