miércoles, 17 de octubre de 2018

POEMA 23


Y SIN EMBARGO LLUEVE

Llueve.
La lluvia abraza el polvo a su vez abrazado
a la ciudad
como una madre limpia y protectora
y lo suprime
para beneplácito de los últimos románticos
y de los alérgicos
y de los pájaros que con ojos de asombro
después de tanto y tanta ausencia
se arropan en el verde de los árboles.
Y llueve.
Las nubes preñadas dejan caer su llanto
sobre el pavimento
que despierta recuerdos y nostalgias
en el atardecer
cuando la bruma nos acaricia el rostro
como una mano suave, delicada, tierna,
de la mujer amada que no está.
Y sin embargo llueve.
Llueve en silencio para que la nostalgia
nos envuelva como manta de invierno
y nos obligue al ritual acostumbrado
de buscar las persianas para ver
en la yerba mojada aquel rostro
perdido
tan perdido como cualquier tesoro de piratas
que en su leyenda infantil ríen,
se ríen del llanto que está a punto de salir
de unos ojos cansados de mirar
por las persianas y no ver más que
yerbas empapadas sin ningún rostro de ninguna amada.
Y sin embargo, llueve.
La lluvia continúa cayendo sobre la ciudad cristalizando
la nostalgia.

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

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